Si has hecho bien los deberes habrás podido comprobar en estas páginas como el agua tiene un protagonismo destacado en la configuración de la historia de estas tierras. Aunque estamos en medio de la meseta castellana, este  es un territorio conformado por el agua y marcado históricamente por su presencia y su uso. El territorio diocesano es cruzado por cuatro ríos: el Henares, el Jarama, el Tajuña y el Tajo. En épocas en los que el agua era un bien difícil de encontrar estos actuaron como ejes de varias vías de comunicación. Más adelante su aprovechamiento fue testigo de la vida de dos santos. 

El protagonismo del río Tajo en este entorno es especialmente destacado. En la época de los arzobispos de Toledo fue en sí mismo un camino de comunicación conectando la ciudad de Toledo con las tierras situadas al norte de la sierra madrileña. Tanta destreza alcanzó el trasiego fluvial por este río que en el S. XVIII llegó a albergar una flota, aunque en este caso con carácter festivo vinculado a los reales festejos en Aranjuez y que hoy se ha quedado para otros festejos populares y religiosos.