¡Sobrados de genios!

¡Sobrados de genios!

La importancia y calidad de una universidad la determinan el número de sus alumnos y la contribución de estos al beneficio de la humanidad. ¡En este caso vamos sobrados de genios ! Lingüistas, teólogos, científicos, dramaturgos, médicos, importantes mandatarios, etc.

Destacan- como si fuera el Dream Team de la literatura del Siglo de oro español: Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo, Calderón de la Barca, del resto de disciplinas también podemos destacar a: Nebrija, Padre de nuestra gramática, a Juan Huarte de San Juan, Andrés Manuel del Río, descubridor del elemento químico vanadio. Diego de Argumosa -cirujano; fue el primero que utilizó la anestesia por inhalación con éter en España, en 1847. Julio Mazarino (1602-1661), cardenal de la Iglesia católica, y sucesor del Cardenal Richelieu (si el de los Tres Mosqueteros), al frente del gobierno de Francia. San Ignacio de Loyola… Y así podríamos seguir muchiiiiisimo tiempo enumerando grandes exalumnos complutenses.

Curiosidades

La ciudad para el bien común


La materialización del concepto “Ciudad de Dios” se nombró como elemento esencial en dos de los tres puntos de la declaración que valoró la UNESCO para inscribir la Universidad de Alcalá en la lista del Patrimonio Mundial.
Curiosidades

Las reclamaciones al maestro armero... y el tiro por la culata


Ambas expresiones proceden de la Guerra de Sucesión (1701-14). momento en el que ya sabes que no solo estuvo en juego el futuro de España, sino el control de la hegemonía del Viejo y Nuevo Continente.
Curiosidades

¡Atento al suelo!


Menos llorar y rezar por el difunto, hoy en día la funeraria se encarga de todo. El proceso es tan distante que, al parecer, la muerte de un ser querido, desde el punto de vista psicológico, no se asume hasta pasado más de un mes.
Curiosidades

¿Sabías que para los Reyes Visigodos era muy importante que no les "tomaran el pelo"?


En la España visigoda, al menos, el pelo largo era un distintivo real y la parte del cuerpo de la que se suponía que “emanaba” el poder real. En las luchas y escaramuzas de la época, una forma común en la España visigoda de destronar a un monarca e inhabilitarle de por vida para el mando era afeitarle la cabeza, ¡menuda afrenta!